domingo, 29 de julio de 2007

Viaje a Alarcón.



Pues sí, querida familia y queridos amigos. “Nuestro” pueblo natal resultó ser una verdadera revelación. Sin duda, será un punto obligado (un “must” como dicen los mamones) en las próximas visitas que nos hagan. No sólo porque está a dos horas de Madrid (entre las provincias de Cuenca y Albacete), sino porque, en verdad, tiene su encanto y mucha historia.





Durante la dominación musulmana (del siglo VIII al XII) aquí se refugió el príncipe árabe Abderramán, y también fue escondite de Omar Ibn Hafsun, azote de los emires cordobeses. Dada su especial ubicación en lo alto de un cerro rocoso, parcialmente rodeado por el río Júcar, Alarcón se convirtió en uno de los principales objetivos de las campañas realizadas por Alfonso VIII en tierras de Cuenca. Tras un asedio de nueve meses, fue reconquistada en 1184 a los musulmanes de Alarkum.


Hay varios edificios históricos y de gran valor artístico, en el que destacan las murallas, diversas iglesias y un castillo, actualmente parador de turismo. Hay mucha rehabilitación en la villa; me sorprendió especialmente la iglesia de San Juan Bautista está en la Plaza Mayor. Es del siglo XVI y se caracteriza porque, después de haber sido desacralizada, en el año 2000, la UNESCO apoyo un proyecto para que un artista de la región pintara un mural contemporáneo dentro del templo.

En la población vivió el propio Alfonso VIII, así como el infante Don Juan Manuel, quien escribió parte de su obra en estas tierras. ¿Se acuerdan del Conde Lucanor? ¿Ese libro que nos obligaron a leer en la prepa y que todos teníamos en la versión “Sepan cuántos…” de Porrúa? Pues, aquí fue escrito.

Un recuerdo cariñoso para los tíos.

Con un cariñoso recuerdo para los "tíos" favoritos, desde la Rosaleda de Madrid. Quedaron pendientes: un regreso a disfrutar del pulpo de nuestro amigo Manolo, el gallego; un recorrido por las terrazas de la Plaza del 2 de Mayo para tomarnos unas "cañitas" y alguna visita a los museos de Madrid. ¡Será para la próxima! Muchos besos.

Una visita a la Provence.


Quizás algunos de ustedes todavía no saben que Floren y yo nos conocimos gracias a nuestra mutua y querida amiga Jacqueline Beraud. Ellos dos hicieron migas como peregrinos del Camino de Santiago y gracias a esa feliz coincidencia, han seguido otros dichosos encuentros.
En abril de este año, compartimos un par de días en Madrid con Jacqueline y su novio Jack y celebramos el cumpleaños de aquélla en uno de los mejores restaurantes mexicanos de esta ciudad, la Taquería del Alamillo.

Y como no podía ocurrir de otra manera, menos aún conociendo a nuestra querida “Celestina”, la invitación a encontrarla en Entrevennes, al sur de Francia, donde ella vive, era una asignatura que no podíamos posponer.
Así que, a principios de mayo, partimos con rumbo a Marsella para disfrutar de una semana entera de cariño, buena comida, vistas espléndidas de pueblitos provenzales y visitas a ciudades tan emblemáticas del impresionismo como Arles (Van Gogh y Gauguin), Saint Remy (donde además nació Nostradamus), Aix en Provence (Cezanne) y otros hermosos lugares.

Aquí les compartimos algunas fotografías del feliz encuentro que nos permitió celebrar la dicha de contar con amigos como Jacqueline.

martes, 10 de julio de 2007

Un recuerdo a nuestra querida Lydia del Monte y su luminosa sonrisa.
Por las calles de Madrid: frente al "pastelito de Sanborn´s" que es el edificio de Correos
y en la calle de Alcalá "con la falda almidona´".



"Danzón dedicado a Doña Lydia del Monte y amigos que la acompañan..." en el Bar Camacho.