miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿Sabes reconocer un micromachismo?



Existen distintos grados de machismos. Los hay más evidentes y que no son aceptados por la mayor parte de la sociedad; pero también ocurren a través de ciertas actitudes arraigadas en nuestra propia cultura, de menor gravedad pero con el mismo tronco.

Se trata de un término acuñado en 1991 por el psicoterapeuta argentino Luis Bonino Méndez para dar nombre a prácticas también conocidas como “pequeñas tiranías”, “violencia blanda, suave'” o de “muy baja intensidad”, “machismos invisibles”, “sexismo benévolo” o “microagresiones” basadas en el género, esto es, maniobras más o menos puntuales de lo cotidiano y casi imperceptibles y ocultas para las mujeres que las padecen. Seguro que si preguntas por ahí, muchas de tus compañeras ni siquiera las considerarían como actitudes machistas.

Un ejemplo de micromachismo

El blog MicroMachismos de la periodista española Ana Requena, publicado en eldiario.es, quiere ser un espacio “para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados”. Y, agregaríamos, muchas veces justificados y legitimados por el "no fue para tanto", por la vergüenza que una mujer siente de contarlo, por el malestar denso y pegajoso con el que se queda. En su blog, Requena ofrece numerosas muestras de anuncios que contienen micromachismos, así como de testimonios de mujeres que los han vivido en la propia piel.

Un ejemplo de micromachismo que recientemente desató una gran polémica en Holanda, un país respetuoso con la igualdad de género, fue el comentario de Hans van der Linde, dueño de una empresa de catering encargada del servicio durante la Cumbre Nuclear que se desarrolló en Ámsterdam. Según él, había optado por "uniformidad" de género del equipo. "Si añades tres rubias platino a un grupo de 20 hombres, la imagen que queremos dar se estropea", justificaba.

Micromachismos en la vida cotidiana

En nuestra vida cotidiana, hay numerosas muestras de abusos: hombres que se detienen a mirar cómo te estacionas mientras niegan con la cabeza, o en el estacionamiento público cuando tratan de “alburearte” preguntándote “¿Se lo lavo, señito?”, por mencionar algunos.

De acuerdo con Bonino, muchos de estos comportamientos no suponen intencionalidad, mala voluntad ni planificación deliberada, sino que son hábitos de funcionamiento frente a las mujeres que se realizan de modo automático, sin reflexión alguna. Otros en cambio sí son conscientes, pero en uno y otro caso siempre atentan “contra la autonomía personal de la mujer".

Bonino, que se ha especializado en el abordaje clínico y preventivo de las problemáticas de mujeres y varones asociadas a su socialización de género, señala que “las mujeres se sienten deterioradas en su estima personal y autonomía y los hombres sufren las consecuencias de no conseguir someter plenamente a la mujer".

Tipos de mM (microMachismos)

Con objeto de describirlos adecuadamente, Bonino establece cuatro categorías de mM que se dan en las parejas:

  1. Los mM directos, aquellos en los que el hombre usa la fuerza moral, psíquica, económica o de su personalidad para intentar doblegar a las mujeres y convencerlas de que la razón no está de su parte: atemorizar a la mujer mediante el tono de voz, la mirada o los gestos; tomar decisiones importantes sin contar con ella; anular las decisiones que ella ha tomado; controlar su dinero o sus gastos; monopolizar el sofá y el mando de la tele; obtener lo que se quiere de ella por cansancio, ganarle por agotamiento.
  2. Los mM indirectos, maniobras súper sutiles que llevan a la mujer en la dirección elegida por el hombre y se aprovechan de su pensamiento confiado: silencio, aislamiento y mal humor manipulador; puesta de límites, desautorización, dobles mensajes afectivo/agresivos; autoindulgencia y autojustificación, echar balones fuera, hacerse el tonto y el bueno, engaños y mentiras; no respetar sus sentimientos, controlar sus horarios, sus citas y sus actividades, poner pretextos a que salga o se relacione con su familia o amistades; poner en duda su fidelidad, considerar que es como una niña que necesita ser cuidada y protegida, poner excusas para justificarse (yo no quería, no me di cuenta, ha sido culpa de mi trabajo).
  3. Los mM de crisis: hipercontrol, rehuir la crítica y la negociación, victimismo, darse tiempo, dar lástima. Engañarla, mentirle o no cumplir los acuerdos; amenazar con abandonar la relación o con iniciar una aventura con otra; no valorar o no dar importancia a las tareas o actividades que ella realiza; dar lástima (sin ti no sé qué hacer, si tú no estás me pasará algo malo).
  4. Los mM utilitarios: considerar, por ejemplo, que su papel fundamental en la vida es ser madre; desanirmarla o impedirle que estudie o trabaje; no asumir la responsabilidad o las tareas de la casa, del cuidado de los hijos.


Como verás, los micromachismos no son tan “micro” como parecen. ¿Tienes otros ejemplos? Compártelos y denuncialos.