lunes, 6 de octubre de 2014

¿Por qué el ébola mata más a las mujeres?


 


El ébola ya no es una epidemia que afecta solamente al continente africano. Recientes informes indican que el virus ya ha llegado a países desarrollados, como Estados Unidos, y que se encuentra a las puertas, o más propiamente dicho, en las fronteras de muchas naciones como México. En España, dos misioneros españoles han muerto en Madrid a causa del brote de ébola de África occidental.

De acuerdo con el diario estadounidense The Washington Post, entre el 55 y el 60% de las personas fallecidas por ébola en Guinea y Sierra Leona durante esta reciente epidemia han sido mujeres. En Liberia, las autoridades sanitarias situaban en un 75% el número de éstas. A pesar de que no se dispone de datos estadísticos desagregados por sexo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado que el número de fallecidas de ébola es superior al de hombres, y que este desequilibrio no tiene relación con causas biológicas, sino con sus diferentes roles sociales.

Las mujeres, las primeras víctimas

¿A qué se debe esto? A que las mujeres son responsables del cuidado de los miembros de la familia cuando enferman, les cocinan, los limpian y lavan su ropa, lo que supone un importante factor de riesgo de una enfermedad cuya vía de contagio es el contacto directo con los fluidos de la persona enferma, como es el caso del ébola.

Además, son mayoritarias en puestos de enfermería y limpieza en los centros de salud, que son los más expuestos al contagio. Las mujeres son las que atienden los partos y las que suelen realizar la preparación tradicional de los cadáveres para ser enterrados. Además, cuando están embarazadas, su mayor contacto con los entornos sanitarios aumenta su riesgo de contagio. En palabras de la investigadora Martha Anker, “durante un brote en el Congo en octubre de 2003, un investigador preguntó a un grupo de hombres cómo evitaban contraer ébola, y ellos respondieron que se aseguraban de que las mujeres cuidasen a los enfermos, protegiendo así a los varones de la infección”.

“El ébola es una enfermedad cruel”

Así lo sentencia la antropóloga española Almudena Mari Sáez, que ha investigado las fiebres hemorrágicas de lassa y ébola en Guinea y Sierra Leona y ha participado en el control de la epidemia en Guinea para la organización Charite-Berlin. “En una familia pueden morir siete miembros de ébola. El duelo que hay que hacer y lo que eso representa es diferente a que muera un solo miembro de malaria”, explica la antropóloga.

Pero, además, es una enfermedad cruel porque nos pide abandonar a nuestros seres queridos. “¿Qué harías tú si de repente te dicen que no vuelvas a tocar a tu madre? ¿Seguirías abrazándola? ¿Y si vomita la ayudarías? Uno de los mayores problemas con el ébola es ése: introduces normas muy drásticas, contrarias a la vida cotidiana y emocionalmente muy difíciles”, apunta Mari Sáez.

Falta de campañas educativas

Los investigadores insisten en que uno de los mayores errores que ha favorecido la expansión de la enfermedad ha sido precisamente de comunicación, en especial, el desarrollo de campañas informativas sobre el virus y de sensibilización. Por desgracia, se ha visto que, aunque hubiera una estrategia de comunicación, los hombres son quienes predominan en las reuniones informativas para el control de los brotes, a pesar de que las mujeres son las principales cuidadoras de los miembros enfermos de la familia, y por tanto se encuentran en situación de mayor riesgo.

Según recomendaba Anker desde la OMS, durante los brotes, “es importante que las mujeres que se preocupan por la salud de los enfermos fuera de los centros de salud sean informadas sobre cómo protegerse a sí mismas”. Otras medidas serían: ofrecer una mayor capacitación y empoderamiento de las enfermeras en el control de las infecciones, permitiéndoles iniciar protocolos de protección. Dotar de instrumentos de protección a las matronas, que van a seguir encargándose de atender los partos a pesar del brote, es otra de las medidas que deberían ponerse en marcha en la que coinciden sanitarios y antropólogos.

Como bien lo definió la periodista Jina Moore: “El ébola es un asesino despiadado. Exige lo que para la mayoría es una respuesta implacable al sufrimiento: la distancia”.